lunes, 4 de mayo de 2015

Las Cataratas de Iguazú

La increíble frontera natural entre Brasil y Argentina


Fue elegida, con toda justicia, como una de las siete maravillas naturales del mundo. Iguazú es uno de esos lugares que tienen algo especial que ofrecer al viajero. Personalmente, me hizo sentir tan pequeño como en su día el Vaticano o Angkor Wat y a la vez tan impactado como mientras contemplaba las vistas de Nueva York desde la cima del Rockefeller Center. La gran diferencia en este caso es que el ser humano no ha jugado papel alguno en la creación de estas espectaculares atracciones que la Naturaleza se ha encaprichado en regalarnos. Sin duda nuestro momento más impactante en este viaje por Brasil.

Un amigo nos recomendó dedicar, al menos, un par de días a visitar las Cataratas y no podíamos haber estado más acertados en seguir su consejo. Volamos desde Río al aeropuerto de Foz de Iguazú, la ciudad brasileña que se encuentra a unos 13 km de la entrada al Parque Nacional. Tardamos unas 4 horas incluyendo la escala en Curitiba. Por cierto, fue unas de las veces en las que más cerca hemos estado de perder un vuelo, debido a un gigantesco atasco al intentar salir de la capital carioca. Por suerte la gente de la cola del control del aeropuerto fue muy amable y nos dejaron saltarnos toda la fila para llegar en el último momento al embarque.


Cataratas de Iguazu vistas desde el lado brasileño


Nuestro hotel era el Harbor Colonial, justo al lado de la entrada del Parque. Bastante recomendable, sobre todo por su ubicación, el desayuno y el precio. Aún así se notaba que había conocido tiempos mejores, como si hace 15 años hubiese sido espectacular y ahora estuviese un poco venido a menos. A la hora de buscar alojamiento, hay que saber que la ciudad de Foz no tiene mucho que ofrecer así que la elección del hotel podría basarse perfectamente en su cercanía a las cataratas y, en temporada alta, en el tamaño de la piscina :)

Recomendación: Utilizar el transporte público para acercarse al Parque Nacional. En nuestro hotel pedían 30 reales por ir a la parte brasileña y 180 por ir a la argentina. En bus nos salía por 10 y 50 respectivamente, aunque a la primera nosotros fuimos caminando porque estaba literalmente a 10 minutos del hotel.


Dos días en el Parque Nacional de Iguazú


El plan estaba claro: un día en la parte brasileña viendo por la mañana las cataratas y por la tarde el Parque das Aves mientras que el segundo día lo pasaríamos en Argentina, visitando unicamente el Parque Nacional.

Iguazú en Brasil se visita bastante pronto ya que básicamente es un sendero de poco más de un kilómetro en el que vamos avanzando entre la selva y parando en los miradores que han sido dispuestos y que ofrecen unas increíbles vistas de la parte Argentina de las cataratas. Al final del recorrido es posible acercarse bastante a la impresionante caída de agua y pagar de paso el peaje de acabar empapado por poder ver aquella maravilla desde su pie. Para el recuerdo quedará el estruendo de los miles de metros cúbicos de agua por segundo cayendo a pocos pasos, recordádonos lo diminutos e insignificantes que somos ante el gigante y poderoso muro que se levantaba ante nosotros.


Tucan en el Parque de las Aves


Saliendo del complejo de las cataratas, a pocos metros, está la entrada al Parque das Aves cuya visita es muy recomendable. Allí se pueden encontrar decenas de especies de aves autóctonas como el tucán gigante, el buitre rey o el aguila arpía así como cocodrilos, tarántulas, tortugas o mariposas. Los detalles están muy bien cuidados y la flora entre la que discurre el recorrido es espectacular. El parque lleva años trabajando para conservar algunas especies que están en peligro de extinción por lo que un poco de ayuda en forma de visita siempre les viene bien.


La imponente Garganta del Diablo


Para ser sincero, no esperaba que el segundo día fuese a aportar algo realmente diferente del anterior y en nuestro camino hacia Argentina, pensaba que tal vez un día hubiese sido suficiente.  Mi amigo me decía que no me podía perder la Garganta del Diablo. La verdad es que con ese nombre, tenía que ser algo espectacular. Llegamos al parque, subimos al tren que hace el recorrido entre las distintas áreas en que está dividido y caminamos por las interminables plataformas que cruzan el río Iguazú hasta que, de repente, vimos esto:




No puedo describir lo que sentí en ese mismo instante. Haciendo cierto el tópico, no soy capaz siquiera de acercarme a describir con palabras lo impresionante del lugar. Allí nos quedamos durante un buen rato contemplando este monstruo de agua mientras rugía con toda su furia. Lo primero (y único) que acertamos a decir durante un buen rato fue: "Wow!!!"

Sitios como este son los que hacen de viajar algo adictivo y fascinante. Y que pasarse 15 horas en un avión, caminar bajo el sol a 35º, las picaduras de mosquito o gastarse los ahorros merezcan sin duda alguna la pena.

El resto del día lo pasamos en el circuito superior, que se puede recorrer con calma en un par de horas. Hay dos circuitos más, inferior (1.700m) y Macuco (7.000m), aunque nosotros no tuvimos tiempo para más y el calor tampoco ayudaba a prolongar la visita. Los mapas completos del parque se pueden encontrar en la web oficial.

Otro par de actividades alternativas para los amantes de la aventura son visitar el Parque Nacional en helicóptero y navegar por el río acercándose a algunos de los saltos de agua en lancha rápida. Esta última es bastante popular y se conoce como Macuco Safari.

Resumiendo, creo que las dos visitas son altamente recomendables ya que se complementan perfectamente. La parte brasileña nos ofrece unas espectaculares vistas panorámicas durante todo el recorrido y la argentina nos acerca hasta unos pasos del salto más impresionante de los 275 que componen las cataratas de Iguazú, uno de esos lugares especiales que quedarán para siempre en nuestro recuerdo.


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