Croacia fue una de las grandes desconocidas para el turismo durante muchos años. Después de superar la horrible etapa de la Guerra de los Balcanes, una acertada política turística colocó al país de nuevo en el mapa y lo convirtió en uno de los destinos mediterráneos más solicitados en la actualidad.
Dos horas de vuelo desde Ámsterdam y la garantía de buen tiempo que tanto echamos de menos este año en Holanda, nos llevaron hace un par de semanas a Dubrovnik, donde pasaríamos un par de días para luego subir en coche hasta Split, saltando antes a alguna de las espectaculares islas que salpican la costa de Dalmacia.
La Perla del Adriático
Dubrovnik está de moda, sobre todo en los últimos años por ser el escenario elegido para rodar las escenas de Desembarco del Rey en Juego de Tronos. El marco es ciertamente incomparable, con sus majestuosas murallas rodeando la ciudad medieval plagada de castillos de aspecto veneciano, sus calles de empedrado, estrechas y cuidadas en detalle. Estos altos muros ayudan a mantener la esencia de la ciudad impidiendo su expansión y manteniendo así esa separación entre la nueva Dubrovnik y el aire tradicional de su ciudad vieja. El laberinto de casas de piedra que aprovechan cada espacio disponible en el interior de la muralla, se ve salpicado por algunos monumentos como la Catedral o el monasterio franciscano, que además de un precioso claustro, alberga en su interior la tercera farmacia más antigua del mundo, abierta en 1317.
La ciudad no es demasiado grande y se puede ver relativamente en poco tiempo. Personalmente, recomiendo pasar el día en alguna de las playas cercanas y animarse a pasear y a descubrir la ciudad cuando el sol empieza a bajar un poco, momento también perfecto para disfrutar de una rica cena mediterránea y unas buenas vistas. La experiencia de callejear entre muros de piedra con 35 grados al sol, no es demasiado atractiva. Nosotros habíamos alquilado un coche (100% recomendable!) y nos desplazamos hasta Veliki Zal, a unos 15 km al norte de la ciudad. Como decía, ya por la tarde subimos a las murallas que se pueden recorrer en su totalidad (2.000 metros) y conseguir unas vistas espectaculares de todo Dubrovnik y los acantilados que la rodean.
Las playas son en general de piedra, así que mejor buscar una playa con tumbonas o llevar una esterilla. El agua es espectacular, con una visibilidad muy buena que, junto con la cantidad de vida marina y algunos barcos hundidos a poca profundidad, hace de esta zona del Mediterráneo un lugar perfecto para la práctica del buceo. De hecho, como aficionado a este deporte, no dejé pasar la ocasión de realizar un par de inmersiones en nuestra segunda parada, Vela Luka en la isla de Korcula. Sin duda, ha sido mi mejor experiencia hasta la fecha ya que estuvimos explorando las profundidades del Blue Hole y el lugar es sencillamente increíble.
Blue Hole, un paraíso para el buceo
Las playas son en general de piedra, así que mejor buscar una playa con tumbonas o llevar una esterilla. El agua es espectacular, con una visibilidad muy buena que, junto con la cantidad de vida marina y algunos barcos hundidos a poca profundidad, hace de esta zona del Mediterráneo un lugar perfecto para la práctica del buceo. De hecho, como aficionado a este deporte, no dejé pasar la ocasión de realizar un par de inmersiones en nuestra segunda parada, Vela Luka en la isla de Korcula. Sin duda, ha sido mi mejor experiencia hasta la fecha ya que estuvimos explorando las profundidades del Blue Hole y el lugar es sencillamente increíble.
Para llegar hasta Korcula, hicimos un corto trayecto en ferry desde Orebic. En el camino hay otros dos pueblos amurallados que podemos visitar durante una parada para estirar las piernas: Ston y Mali Ston. Casi todos los barcos que circulan entre las islas del Adriático son de la compañía Jandrolinija. Conviene comprobar los horarios ya que no todos los trayectos son diarios. Una forma sencilla y barata de desplazarse por la zona, con o sin coche.
Nuestra idea inicial era movernos entre islas, pasando de Korcula a Hvar y desde allí otra vez hasta Split en ferry pero tras una temporada bastante estresante de trabajo, lo que más nos apetecía era descansar en la playa y no dar demasiadas vueltas. Por ello, y aprovechando que el único ferry semanal que iba directamente a Split era ese mismo día, decidimos ahorrarnos 4 horas de coche y dos ferries hasta Hvar.
La ciudad que sería nuestra última parada en Croacia fue fundada en el siglo IV. Su historia está muy ligada al Imperio Romano ya que la ciudad ha ido creciendo alrededor del palacio del emperador Dioceclano, Patrimonio Histórico de la Humanidad, que hoy en día es el núcleo turístico y mayor atractivo de Split. La ciudad invita a perderse por su casco antiguo, disfrutar de sus mil restaurantes y terrazas al aire libre mientras tomamos un rico helado o escuchamos alguna actuación en directo, o a caminar un buen rato por el paseo marítimo. En verano, el buen clima y el ambiente relado está garantizado.
También es una buena elección para terminar nuestro viaje o como punto de partida ya que desde Split podremos llegar fácilmente a alguna de las islas como Hvar o Brac, al Parque Nacional de Krka o a Trogir, otro precioso pueblo medieval también declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Split
Nuestra idea inicial era movernos entre islas, pasando de Korcula a Hvar y desde allí otra vez hasta Split en ferry pero tras una temporada bastante estresante de trabajo, lo que más nos apetecía era descansar en la playa y no dar demasiadas vueltas. Por ello, y aprovechando que el único ferry semanal que iba directamente a Split era ese mismo día, decidimos ahorrarnos 4 horas de coche y dos ferries hasta Hvar.
La ciudad que sería nuestra última parada en Croacia fue fundada en el siglo IV. Su historia está muy ligada al Imperio Romano ya que la ciudad ha ido creciendo alrededor del palacio del emperador Dioceclano, Patrimonio Histórico de la Humanidad, que hoy en día es el núcleo turístico y mayor atractivo de Split. La ciudad invita a perderse por su casco antiguo, disfrutar de sus mil restaurantes y terrazas al aire libre mientras tomamos un rico helado o escuchamos alguna actuación en directo, o a caminar un buen rato por el paseo marítimo. En verano, el buen clima y el ambiente relado está garantizado.
También es una buena elección para terminar nuestro viaje o como punto de partida ya que desde Split podremos llegar fácilmente a alguna de las islas como Hvar o Brac, al Parque Nacional de Krka o a Trogir, otro precioso pueblo medieval también declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.