jueves, 23 de abril de 2015

Brasil, un paseo por Rio de Janeiro

A Cidade Maravilhosa


Un país tan grande y diferente como Brasil merecía al menos una segunda visita. Tras haber pasado por Natal hace unos años, Rio y las Cataratas de Iguazú eran esta vez una parada obligatoria. Este viaje de 15 días sirve además de punto de partida para mi nuevo blog en el que intentaré contar de vez en cuando mis experiencias como gran enamorado de los viajes y las nuevas experiencias. Hoy la primera parte del viaje, recorriendo los rincones de A Cidade Maravilhosa.

Sin duda una de las características que hacen diferente a Río de Janeiro es su desordenado crecimiento entre las faldas de los imponentes morros que rodean la ciudad. Las favelas son barrios humildes, normalmente constituidos por construcciones precarias, desgraciadamente famosas por el trafico de drogas y los enfrentamientos de los traficantes con la policía. Ante la falta de terreno edificable, se han hecho un hueco a los pies de las montañas que rodean a la gigante ciudad carioca., creando una mezcla única de colores, contrastes y caos. 

Favela en Rio de Janeiro

El Pan de Azúcar y el Cristo de Corcovado


Cuando pensamos en Río de Janeiro, lo primero que nos suele venir a la cabeza es la imagen del famoso Cristo Redentor, construido en lo alto del morro de Corcovado. Posiblemente, lo más espectacular de Rio por la majestuosidad del propio monumento y sus increíbles vistas panorámicas.

Para llegar al Pan de Azúcar, basta con seguir los cables del teleférico que nos lleva hasta la cima, ya que son visibles desde casi todos los rincones de la ciudad. Nosotros nos alojamos en la zona de la playa de Botafogo, por lo que pudimos llegar dando un paseo. Si os gusta la escalada, también es posible engancharse y subir por las impresionantes paredes de piedra que rodean el morro, añadiendo al viaje una nueva experiencia.

Cristo Redentor del Corcovado

Las playas de Copacabana e Ipanema


Otros dos puntos neurálgicos de la ciudad son las famosas playas urbanas de Copacabana e Ipanema. Sin duda merece la pena dedicarles un par de tardes después de las visitas manañeras aunque, tal vez, más por disfrutar el ambiente de la zona que por las playas en sí.

Personalmente creo que Brasil tiene infinidad de playas mucho mejores, aunque desde luego menos conocidas. No me gustan demasiado las playas urbanas o tan masificadas y prefiero disfrutar de un rato de tranquilidad en lugar de sentirme constantemente invadido por una legión de vendedores ambulantes. De hecho, muchos brasileños se desplazan a la cercana zona de Buzios buscando esa calma que en Copacabana o Ipanema tanto cuesta encontrar.

A la altura del Copacabana Palace Hotel, tenemos una de las mejores opciones para llegar hasta el Cristo, subir en unas furgonetas del Parque Nacional Barra de Tijuca, donde se encuentra el monumento. Muy recomendable acercarse temprano por la mañana si queremos ahorrarnos hasta 3 horas de espera!

Playa de Ipanema en Rio de Janeiro

Las escaleras de Selarón y el arco de Lapa


Estas dos atracciones están realmente muy cerca y se pueden visitar perfectamente en un par horas. La mejor forma es desplazarse en metro hasta Cinelandia y podremos encontrar ambos lugares caminando unos minutos, aunque para ir a las escaleras es recomendable echar un vistazo antes a un mapa de la zona ya que están un poco escondidas. El barrio es un poco pintoresco por lo que es mejor visitarlo durante el día.

Lapa es un antiguo acueducto creado en 1750 para abastecer de agua a la ciudad. Hoy en día, es recorrido por el bondinho (tranvía) del barrio de Santa Teresa.

En este mismo barrio, podemos encontrar uno de los lugares mas característicos de Río, la escalera de Selarón, que recibe este nombre por el peculiar artista chileno - fallecido recientemente en extrañas circunstancias - que empezó a decorar las 215 escaleras en 1990 y llevaba trabajando ininterrumpidamente en "su obra" desde entonces.

Escaleras de Selarón

¿Es peligroso?


Una de las duas más habituales es la seguridad para el turista en Rio. Yo mismo tenía mis dudas antes de visitarla y la verdad es que no tuve sensación de inseguridad en ningún momento. Un poco de sentido común es suficiente para moverse tranquilamente por las áreas turísticas y las playas. Si nos pica la curiosidad, es posible hacerse un tour por las favelas o subir al morro do Alemão para ver una de estas comunidades desde un bondinho, aunque la verdad es que no soy muy partidario de este tipo de atracciones turísticas.